sábado, 25 de febrero de 2012
Taylor biografia.
Janet Miriam Holland Taylor Caldwell nació el 7 de septiembre de 1900 en Manchester, Inglaterra y falleció en Greenwich, Conneticut, el 2 de septiembre de 1985. También se le conocía por sus pseudónimos Marcus Holland, Max Reiner, y su nombre de casada, J. Miriam Reback. Escribió varias novelas con su marido, Marcus Reback, entre las que destacan La dinastía de muerte y La columna de hierro, novela con la que alcanzó la cima de su popularidad.
Taylor emigró a los Estados Unidos con su familia en 1907, poco después falleció su padre. Con tan sólo ocho años empezó a escribir relatos, y terminó su primera novela con doce. En 1919 se casó con William F. Combs, con quien tuvo a su hija Peggy. Se divorció de Combs en 1931, año en el que se licenció en la Universidad de Buffalo, Nueva York. Trabajó para varios departamentos estatales de Buffalo, hasta dedicarse de pleno a la escritura. Llegó a casarse cuatro veces en total, y no dejó de escribir hasta 1980, año en el que un infarto la dejó sorda e incapaz de hablar.
Es conocida por crear diversas grandes sagas familiares, con temáticas centradas en la intolerancia social, racial y étnica y el enfrentamiento entre el deseo de poder y dinero y las aspiraciones espirituales, familiares y amorosas. En sus obras más tardías se centró en historias de personajes que abandonaban la miseria para alcanzar una gran fortuna. Sus novelas eran a menudo de corte histórico, y la religión jugaba un papel importante en sus obras. En total, Caldwell vendió más de treinta millones de libros, y obtuvo numerosos premios
El gran leon de Dios
2008
Yo, Judas
2007
La leyenda de Atlántida
1975
La columna de hierro. Cicerón y el esplendor del imperio romano
1965
Prólogo al amor
1965
Médico de cuerpos y almas
1958
La tierra del señor. Genghis Khan, el poderoso emperador de los mongoles
1940
La dinastía de la muerte
Yo, Judas de Taylor Caldwell:
Coincidiendo con el descubrimiento de los documentos que ponen en entredicho la imagen que tenemos de Judas Iscariote, se recupera este clásico de la novela histórica que presenta una perspectiva inédita sobre uno de los personajes más controvertidos de la historia universal.
De entre las ruinas de la Biblioteca de Alejandría, Iberías, un monje egipcio cristiano, recupera un manuscrito milagrosamente salvado de las llamas. Escondido bajo su túnica, se lo lleva al Valle de los Reyes para leerlo lejos de miradas indiscretas. Su sorpresa no podría ser mayor: escrito en un griego muy culto, el manuscrito es el diario de Judas Iscariote. En su lectura, Iberías descubre que Judas era hijo de una familia judía y farisea, y no el pobre ladrón que todos creían que era. La pobreza de Judas era en realidad voluntaria. Según el manuscrito, se había desprendido de todas sus riquezas para seguir al Mesías. Pero ésta no es más que la primera sorpresa que Iberías se lleva con esta lectura que le revelará a un Judas bajo un punto de vista mucho más humano.
Michael Baigent
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a: navegación, búsqueda
Michael Baigent nacido en 1948, es un escritor y graduado en la "Christ-Church University" de su país de origen Nueva Zelanda,se licencio en Psicología y paso un año formandose como profesor. Al mismo tiempo mantuvo un activo interes en la historia, la religion y los temas esotericos. En 1973 se embarco en una carrera como fotografo profesional que lo llevo a visitar todo el mundo, desde "Laos" hasta "Bolivia" .llego a Inglaterra en 1976 para tarbajar en un projecto sobre "Los Caballeros Templarios". Poco despues conocio a "Richard Leigh" y "Henry Lincon" y se vio envuelto en el misterio de "Rennes-le-Chateau" .
EVANGELIOS CANÓNICOS Y EVANGELIOS APÓCRIFOS
Santiago Guijarro Oporto
1. Los evangelios canónicos
Los evangelios canónicos son aquellos que fueron aceptados por las primeras comunidades cristianas como inspirados, y pasaron a formar parte del canon o lista de libros inspirados del Nuevo Testamento. Son los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Dentro del canon
Estos cuatro evangelios representan dos tradiciones. Los tres primeros (Mateo, Marcos y Lucas) tienen muchas cosas en común, porque dependen de una misma tradición, como veremos más adelante. Se les llama "sinópticos", porque pueden ser leídos en paralelo: "syn" = juntamente; "opsis" = visión. El evangelio de Juan es notablemente diferente a los tres sinópticos. Tanto el trazado como los contenidos y el estilo reflejan un clima y una tradición distintas. No obstante, a pesar de las diferencias, todos ellos narran los comienzos del ministerio de Jesús relacionado con Juan el Bautista, recogen sus enseñanzas y acciones, y terminan con el relato de su muerte y resurrección.
¿Biografías, o evangelios?
En los últimos años se ha discutido mucho sobre el género literario de los evangelios. La discusión es importante, porque puede ayudar a comprender mejor la naturaleza de estos escritos.
El único evangelista dio un nombre a su obra fue Lucas. Lo llamó "relato", y explicó que se había informado minuciosamente antes de escribirlo, y que había procurado hacer una exposición ordenada (véase Lc 1,1-4).
La clasificación de estos relatos como "evangelios" es, como hemos visto, tardía, pero aporta un dato interesante: a los cristianos de la segunda mitad del siglo II d. C. les resultaba difícil clasificar los relatos que contenían los recuerdos sobre Jesús con los términos que solían utilizarse para obras similares, porque los evangelios no se ajustaban exactamente a su estilo y contenido; por eso decidieron darles un nombre nuevo, y los llamaron evangelios.
Las semejanzas que existen entre los evangelios y las biografías helenísticas han llevado a algunos a clasificarlos como una forma particular de este tipo de biografías. Otros encuentran muchas semejanzas con las biografías de los profetas, en las que sus hechos y sus palabras están incluidos en un marco narrativo (véase p.e. la biografía de Eliseo en 2 Re 2-8), o con las biografías judías de la época intertestamentaria.
Es evidente que los evangelios tienen una intencionalidad biográfica, pues el propósito de sus autores fue componer un relato sobre Jesús, contando fielmente lo sucedido (Lc 1,1-4). Pero el criterio que siguieron los evangelistas al componer sus obras fue claramente pastoral. Lucas confiesa que su propósito fue fortalecer la fe de sus lectores (Lc 1,4), y Juan escribió el suyo, "para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, y gracias a él, tengáis vida eterna"(Jn 20,31). Esta finalidad pastoral hace de los evangelios unos relatos muy particulares. En ellos se mezcla la fidelidad a la historia y a la tradición sobre Jesús con las necesidades de las comunidades cristianas, cuya fe intentan fortalecer.
¿Qué son los evangelios?
Resulta difícil definir con precisión qué es un evangelio, pero no es tan difícil describir los rasgos que caracterizan a los evangelios canónicos.
En primer lugar, los evangelios no son pura invención de sus autores, sino que recogen una tradición anterior, transmitida por los discípulos de Jesús en el seno de las comunidades cristianas. Esta fidelidad a la tradición recibida revela un claro interés histórico, aunque su concepción de la historia es distinta a la que tenemos los occidentales del siglo XX.
En segundo lugar, su contenido está organizado según un esquema común, cuyas raíces se encuentran en la predicación cristiana (Hch 10,37-40): comienzos relacionados con Juan Bautista, ministerio público, pasión y resurrección. Este trazado común sirve para situar dentro de un marco narrativo los dichos y acciones de Jesús, que habían sido transmitidos y conservados en las comunidades cristianas. La combinación de todos estos elementos sólo se encuentra en los evangelios canónicos, y es uno de los elementos que los distinguen de los evangelios apócrifos, como veremos más adelante.
En tercer lugar, aunque su forma externa es la de una biografía, en realidad su intención más profunda es de tipo pastoral. Los evangelios no son sólo la narración de unos acontecimientos históricos, sino la proclamación del gran acontecimiento de la salvación. Quienes los escribieron querían fortalecer la fe de sus comunidades y comunicar a otros un testimonio de fe, basado en una experiencia que había cambiado radicalmente sus vidas.
2. Los evangelios apócrifos
Además de los cuatro evangelios incluidos en el canon del Nuevo Testamento, en los primeros siglos de la iglesia surgieron otros escritos que también recibieron este nombre. Son los evangelios "apócrifos", palabra que en griego significa "oculto" o "escondido".
¿Un mensaje oculto?
Algunos grupos cristianos les dieron este nombre porque, según ellos, contenían enseñanzas ocultas de Jesús, que estaban reservadas sólo a los iniciados. Este carácter esotérico de algunos de ellos ha hecho surgir un gran interés por los evangelios apócrifos. La realidad, sin embargo, es que el término "apócrifo" se utiliza para designar a los escritos cristianos de los primeros siglos que tenían alguna semejanza en su forma o en su contenido con los escritos contenidos en el canon del N.T. Los evangelios apócrifos son, pues, escritos relacionados con la vida o enseñanzas de Jesús compuestos durante los primeros siglos del cristianismo, pero que no fueron admitidos dentro del canon.
El adjetivo "apócrifo" se aplica a escritos muy variados, tanto por su contenido y su forma, como por su procedencia y fecha de composición. Algunos son muy antiguos, otros son más tardíos; unos fueron escritos para comunidades judeocristianas, otros fueron reelaborados o compuestos por grupos gnósticos. De algunos sólo nos han llegado las citas recogidas por otros escritores cristianos; otros se han conservado en traducciones a otras lenguas antiguas. Un grupo importante de ellos, compuestos o reelaborados en el seno de grupos gnósticos, fueron hallados en 1945 en Nag Hammadi (Egipto) en los restos de un monasterio copto.
Evangelios parciales
Una de las características que mejor distingue a los evangelios canónicos de los apócrifos es el trazado de ambos. Los evangelios canónicos siguen un trazado, que va desde los comienzos del ministerio de Jesús hasta su resurrección. Los evangelios apócrifos, sin embargo, suelen desarrollar una sola etapa o elemento (la infancia de Jesús, sus enseñanzas, etc), porque en muchos casos nacieron para rellenar vacíos en los recuerdos de Jesús y sobre Jesús. Atendiendo a su contenido pueden clasificarse en cuatro grupos:
- Evangelios de la infancia. Narran el milagroso nacimiento de Jesús, o los milagros realizados durante su infancia. Algunos de ellos fueron muy populares y se tradujeron a diversas lenguas. El más conocido es el "Protoevangelio de Santiago", que cuenta el nacimiento milagroso de la virgen; en él se dice también que sus padres se llamaban Joaquín y Ana. Ha sido muy importante en el desarrollo de la mariología.
- Evangelios de dichos. Son colecciones de dichos y enseñanzas de Jesús sin un contexto narrativo. Este tipo de colecciones se conservaron y reelaboraron sobre todo en los círculos gnósticos, que buscaban las enseñanzas secretas de Jesús, pero el núcleo de algunas de estas colecciones es muy antiguo. Los dos evangelios de dichos más conocidos son el "Evangelio de Tomas" y el "Apócrifo de Santiago", que son muy interesantes para el estudio de la tradición de los dichos de Jesús.
- Evangelios de la pasión y resurrección. Intentan completar los relatos de la muerte y resurrección de Jesús. El más conocido de todos el el "Evangelio de Pedro", en el que este apóstol cuenta los acontecimientos de la pasión en primera persona. Según algunos estudiosos, este evangelio contiene una forma muy antigua del kerigma de la pasión y muerte del Señor, que también fue incorporado por los evangelios canónicos.
- Diálogos del resucitado. Es un género típicamente gnóstico. Recogen enseñanzas del resucitado a alguno de sus discípulos. Las enseñanzas conservadas en ellos son de tipo esotérico, y casi no tienen relación con las del Jesús terreno. El más conocido es el "Evangelio de María", que contiene las revelaciones de Jesús a María Magdalena cuando se le apareció. Es claramente un desarrollo de los relatos de los evangelios canónicos (Mt 28,8-10, y sobre todo Jn 20,11-18).
¿Qué interés tienen los evangelios apócrifos?
Los evangelios apócrifos son, en la mayoría de los casos, más tardíos que los evangelios canónicos, a los que intentan completar. Esto significa que son poco útiles para recuperar recuerdos históricos sobre Jesús. Sin embargo, algunos de ellos son interesantes para el estudio de los dichos de Jesús, y para conocer cómo pensaban y vivían algunos grupos cristianos de los primeros siglos.
Para el estudio de los dichos de Jesús, el más interesante de todos es el Evangelio de Tomás. Contiene ciento catorce dichos, de los cuales setenta y nueve tienen paralelos en los sinópticos. Según algunos, esta colección de dichos es muy antigua, y es independiente de los evangelios sinópticos y de sus fuentes. En ella, por ejemplo, la mayor parte de las parábolas aparecen sin interpretación, lo cual confirma la hipótesis de que las interpretaciones que encontramos en los evangelios canónicos de las parábolas de Jesús son obra de la iglesia (véase introducción a Mt 13,1-52 y comentario a Mt 13,47-50). Parte del original griego se ha conservado en un papiro del siglo II d. C. El texto completo, con añadidos gnósticos, es accesible a través de una traducción al copto datada en el siglo IV d. C., que se encontró en Nag Hammadi.
Los evangelios apócrifos son también interesantes para conocer la visión de Jesús y de la iglesia que tenían algunos grupos cristianos en los primeros siglos. Lo más interesantes en ellos, muchas veces, no es lo que dicen sobre Jesús, sino lo que dicen sobre las comunidades y grupos en los que fueron compuestos, que revelan el rostro de un cristianismo más plural. Son pues, de gran importancia para la reconstruir la historia de los orígenes del cristianismo.
3. El Evangelio de Tomás
Desde que en 1945 fue descubierta la Biblioteca de Nag Hammadi, el Evangelio de Tomás (EvTom) no ha dejado de suscitar el interés de los estudiosos de los evangelios, algunos de los cuales ven en él vestigios de un ìeslabón perdidoî en el proceso de formación de los evangelios. De todos los apócrifos es, sin duda, el más interesante para el estudio de los evangelios sinópticos.
En su forma actual EvTom es una agrupación de ciento catorce logia (dichos) introducidos con la fórmula ìJesús dijoî. La mayoría de las veces estos dichos son independientes entre sí, pero en algunos casos pueden descubrirse enlaces verbales que relacionan a varios de ellos. La designación de logia es convencional, porque en realidad la fórmula sirve para introducir dichos breves, parábolas, y pequeños diálogos con una punta ingeniosa, a los que solemos denominar ìapotegmasî.
El descubrimiento de esta colección de dichos de Jesús sirvió para reforzar, en cierto modo, una hipótesis que los estudiosos de los evangelios habían planteado casi un siglo antes: la existencia de una fuente de dichos que habría sido utilizada por Mateo y Lucas. Antes de que se descubriera el EvTom se tenía constancia de la existencia del género literario ìDichos de los sabiosî tanto en la literatura judía como en la griega. La Misná contiene un tratado que se titula precisamente así (Pirque Abot), en el cual se encuentran reunidos dichos famosos de los antiguos rabinos. En la literatura helenística se conocían las Sentencias de Epicteto, que Diógenes Laercio incluyó al final de su biografía. Se sospechaba que en el Cristianismo antiguo podían haber circulado también colecciones con los dichos de Jesús, y este descubrimiento vino a reforzar esa idea.
El descubrimiento del EvTom resultó aún más interesante por las relaciones de éstos con los dichos de los evangelios canónicos. Aproximadamente dos terceras partes de estos dichos (exactamente setenta y nueve de ellos) tienen paralelo en los sinópticos. Estas coincidencias son mucho mayores cuando se trata de los dichos que sólo Mateo y Lucas poseen en común, es decir en los dichos procedentes de la fuente común a ambos. Estas coincidencias han planteado preguntas apasionantes, y algunos autores han planteado la hipótesis de que el Documento Q, que habría servido de fuente a Mateo y a Lucas, y la versión más antigua del EvTom serían dos versiones de una antiquísima colección de dichos de Jesús.
También ha resultado extremadamente interesante la comparación entre los dichos de los evangelios sinópticos y los de EvTom. Las sorpresas en este campo han sido innumerables, lo mismo que las aportaciones para el estudio de la formación de los evangelios. El EvTom, por ejemplo vino a confirmar una hipótesis que los estudiosos venían proponiendo desde hacía tiempo acerca de las parábolas. A través de un análisis de crítica interna habían llegado a la conclusión de que éstas no contenían en su origen ninguna interpretación alegórica. Pues bien, en EvTom encontramos sin ningún comentario alegórico algunas de las parábolas que en los sinópticos sí lo tienen (p.e. la parábola del sembrador de Mc 4,3-9).
Por último, la comparación entre los evangelios sinópticos y el EvTom ha planteado desde el principio la cuestión de su origen y de su propio proceso de formación. La única versión completa que ahora poseemos está escrita en copto y procede del siglo IV, pero sabemos que esta versión en copto es traducción de un original griego, del cual se han encontrado algunos fragmentos entre los pariros de Oxyrhinco (POxy 1, 645, 655). La tradición manuscrita nos lleva hasta finales del siglo II, que es la datación asignada a estos papiros, una fecha por otro lado muy similar a la de mayoría de los papiros que contienen los pasajes más antiguos de los evangelios canónicos. Sin embargo, la comparación con los sinópticos nos platea la cuestión de su fecha de redacción. Aquí los expertos se dividen en dos grupos: el de aquellos que defienden la dependencia con respecto a los sinópticos, y el de quienes sostienen que se trata de una colección anterior e independiente de ellos. La balanza se inclina, no obstante, en la dirección de estos últimos, pues los indicios de dependencia literaria podrían explicarse fácilmente por el influjo que los evangelios canónicos tuvieron una vez que fueron reconocidos como tales. Es fácilmente explicable, que al hacer una nueva copia, o incluso una nueva traducción, se algunos pasajes adoptaran la formulación de los sinópticos. El hecho de no ser un escrito canónico le daba una flexibilidad que también explicaría la inclusión de algunos dichos de carácter gnóstico o la reformulación de otros cuando este evangelio fue utilizado por dichos círculos.
Así pues, en la historia del EvTom podrían distinguirse varias etapas que corresponden a las tres etapas seguidas por la tradición evangélica en su proceso de fijación por escrito:
- Una antigua colección de dichos de Jesús semejante al Documento Q
- Una colección ampliada con elementos de los evangelios canónicos
- Una reelaboración gnóstica a finales del siglo II
- Una versión copta de esta versión gnóstica a finales del siglo IV
Tomado de:
Guijarro Oporto, S., ìEvangeliosî, en: S. Guijarro - M. Salvador (ed.), Comentario al Nuevo Testamento (Madrid 1995) Ed. Atenas - PPC - Ed. Sígueme - Verbo Divino, pp. 13-25, más notas propias sobre EvTom
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario